Noche refugio para los hombres tristes labios que besan el llanto de una mujer
una lengua gigante que lame la ciudad como una bestia su herida
La madre Libero Badii 1976 A los trece años llegué casualmente hasta el bajorrelieve y la reja de su casa, y me siguieron esas figuras siempre en la memoria grabadas, sin saber que volvería para entrar en ella de la mano de la luna, trece años más tarde. El té de la Madre Alicia y Don Líbero, entre risas y abrazos, sembró senderos de luces bajo la primera estrella del crepúsculo. Y el terraplén del tren, y los árboles, y el río siempre allí detrás de todo. Se lee en la solapa de su último libro "Viajes y regresos" gracias a la prosa del amigo Guri Ordenavía (editor de la escuela Glaizer):
Marcos Roberto Britos, nacido en Buenos Aires en 1956, además de otras cualidades dignas de desconfianza, luce las de poeta, motivo suficiente para ser considerado un "vago y malentretenido". Como corresponde a tales personajes, entre madrugones y desvelos, alegrías y derrotas, asambleas y ojos de mujer, va dejando registro de esos viajes y regresos que hacen a la vida, propia y del prójimo, por "esta libertad de saberse necesario".
Sus libros son:
La flor en el muro (1979) Tinta de tapa:Violeta Britos
Si un granito de polen Si un granito de arena se posara sobre mi mano yo sentiría su peso, así como palpo esta dormida cicatriz de luna, trazada desde mi hombro a la cintura y este lejano rumor de ojos blancos que hallara en mis pupilas la caverna donde guardar sus secretos.
Si un granito de polen se posara sobre mi mano, yo sentiría su peso, así como el llanto de las hojas, y el viento
A contramano (1981) Dibujo de tapa: Sergio Kern
Rumbo
Si aún el camino se abriera nuevamente, siempre habrá una huella, un indicio en la noche o el aire, que nos indique el rumbo necesario
Paisajes contra la muerte (1989) Imagen de tapa: Violeta Britos
Y yo hablaré
Acaso alguna noche, sin preguntar si mi hijo duerme o mi mujer, me quiten de la casa y de mis libros y me exijan que hable de algo que conozco.
Y yo hablaré -como siempre lo he hecho- del amor, mi gente, las gaviotas.
Los ojos del cazador (1995) Tinta de tapa: Libero Badii
A manera de prólogo La derrota del ejército fantoche
Los fantasmas han abandonado las ruinas.En verdad las ruinas se han fantasmado y han huido. Sólo aparecen cada tanto y pasan. Pero ya no asustan a mí, ni siquiera a mi niño de mí. Porque hubo mujeres que acudieron a fortalecer mis defensas algo deterioradas un tiempo.Hubo amigos que acudieron a beber y juntos y embebidos nos fortalecimos, nos antifantasmamos. Hubo un hijo que se parió para mí, y fortaleció como casi nadie mis vulnerables defensas. Hubo madre, padre, historias de familia y mas mujeres, sobre todo morenas, que acudieron en mi defensa. Y hubo personas anónimas que acudieron atándose a mí por leves momentos y me fortalecieron contra las ruinas enfantasmadas. Y hubo perros, gatos, caballos, (y un pajarito anaranjado de trágica muerte) que también acuedieron a mí y pelearon mis demonios. Y hubo magníficos o extraños paisajes a donde me acudí para ensolarme llenándome de esmeralda luz o nevadas sombras, de vientos,desiertos, ríos como boas gigantes entre helechos y guatambúes. Legendarias murallas feudales, semanas y semanas de océano infinito, orfebres, tortugas, pantanales.
Allí fueron quedando jirones de fantasmas, descortezadas osamentas de espantapájaros mendigos, grises barcazas abandonadas. Y hubo líneas y líneas de hombres enmarchados, y hubo líneas y líneas de verbos enlibrados, y una plaza llena de hijos con el mío en el centro, y calles llenas de plazas hacia plazas que se llenaron de hombres que buscaban fortalecerse. Y hubo maravillosos silencios entre maravillosas palabras, y categóricas huelgas por categóricas hambres que acudieron a mí y enfrentaron la línea de trincheras del Ejército Fantoche.
En nombre de mí, y en homenaje a vosotros, agradezco, sin saber cómo, semejante aplastante victoria.
Viajes y regresos (2003) Composición fotográfica de tapa de Vicente Forciniti
Recopilación de poemas de los libros anteriores y del inédito La mujer del prójimo y otros deseos
Para pintar una Gioconda (fragmento)
Allí están la paleta de colores, los pinceles, la espátula y la tela
Allí estás, con tus movimientos, con tu cuerpo que se abre para mí, con tu andar por la casa percibiendo en cada lugar los desarreglos, ordenando en cada rincón lo necesario, esparciendo en toda ella tus delicadas precisiones, despertando en mí recuerdos de otros andares, para entonces iguamente completos.
Allí estás, y en la quietud de tu mirada late el aire que se desplaza con tus movimientos.
Y aqui estoy yo en blanco y negro.
Pondré en los reflejos de tus ojos reflejos de otras miradas, y en tu rostro pintaré otros perfiles, y en mi sombra serás pinceladas que acarician y en mi blanco cometas dejando su estela dorada.
Y serás todas y en especial serás alguna.
Escribió Bernardo Canal Feijoo:
"La flor en el muro"... No sabría yo significar con mejor imagen mi emoción ante la poesía. La reconozco cuando la descubro así, súbita, insólita, inconfundible, como "la flor en el muro", prodigio cada día menos probable en la urbe de cemento sin resquicios. "Si un granito de polen se posara sobre mi mano, yo sentiría su peso"... Ni sabría representarme mejor la actitud del poeta verdadero que mostrándolo así, pulsando entre la yema de los dedos el peso del granito de polen, dispensado por la flor insólita. Digo que siento inscripta entre esas dos imágenes, la cifra líquida de la esencia de este fino poemario.
A los ocho años, mientras el océano fue nuestro horizonte durante cuatro semanas, me enseñó el significado de los movimientos del sacerdote en la misa con la sensibilidad de quien entendía a la Biblia tan fascinante como la historia de Gilgamesh. Poco antes de morir (Don Canal falleció el 10 de Octubre de 1982) me contó una charla con un viejo indígena al cual le preguntó qué sentía al observar la juventud desde su distancia. La respuesta: "La flecha ya está en el aire...pero el arco aún está en mis manos"
Escribió Ulises Petit de Murat sobre "La flor en el muro" (1979)
En "El bebedero" hay mayor sorpresa lírica, dentro de la noble simplicidad de su facturación. Es muy bueno decir con toda simplicidad "Era el otoño" y así cerrar un toque de comunicativa plasticidad como el que ese poema da con referencia a una mujer que todos los márgenes de la imaginación pueden plasmar.
Escribió David Martínez (La Nación) sobre "Paisajes contra la muerte" (1989):
El poema "Horizonte" anticipa los hitos de un oficio sensible, cualidad señalable en otras tentativas de Marcos Britos.
Escribió Alberto Blasetti (La Prensa), sobre "Los ojos del cazador" (1996)
Todo el volumen constituye un canto en el que el mundo, los hombres y los animales se hayan enlazados por el sentimiento de solidaridad. Basado en el afecto, el universo poético de Marcos Britos es un fratriarcado, en el que el amor por el semejante se perfila como único camino del devenir. (...) una especie de magnetismo que, partiendo de las grutas infantiles, termina en consciencia expresiva. Itinerario poético, que los artistas recorren como develamiento sucesivo. El René Char de "Furor y misterio" quizás esté asintiendo desde sus ya lejanos dominios.
Escribió Marcos Silber, sobre "Los ojos del cazador" (1996)
Texto de peso importante, con poemas ganadores de espacio para una antología, y alguno que con especial gusto firmaría como propio. Estos últimos, suficientes para definir "la poesía".
Liliana Hecker presentó "La flor en el muro", en el Café Tortoni.
Osvaldo Ballina presentó "A Contramano" en El Vitral
Diego Arguindegui presentó "Paisajes contra la muerte", en el Centro Cultural Ricardo Rojas.
Andrés Mendez presentó "Los ojos del cazador" en la Biblioteca Nacional. Adelaida Mangani leyó textos.
Eduardo Álvarez Tuñón y Diego Arguindegui presentaron "Viajes y regresos" en el Bar Tuñón. Angel Fichera leyó textos. Oscar Castro cantó tangos.
"El sueño de Marcos" Composición fotográfica de Vicente Forciniti.
Y aún cuando empapeló el mundo de razones para nacernos de nuevo y su sonrisa volteó interminables paredones de silencios groseros y bestiales; son sus ojos de resignación acumulada en meses de venir su vientre tremendo deformándola hasta la belleza brutal de las preñadas en término; son su ojos, acostumbrándose al adios definitivo cada vez en la puerta, hechos a la idea de la muerte cierta, haciéndose a la espera de su nacido huérfano; son sus ojos, con un último adiós como todo vestido en la llanura helada de una tierra sin dueños; sus ojos, digo,
son lo perdido hasta jamás. Junio de 1976: imaginé crecer como hombre y como padre con ella. Su hijo se iba a llamar Juan Pablo, como le había propuesto Ernesto, su compañero, asesinado en Diciembre de 1975. Viajes y regresos:en qué y por dónde.
En sulky, en tren, en moto, en bote, en aliscafo. Por mar, campos, médanos, esteros, playas, montañas. En vagón, chata, bicicleta, trasatlántico, avión. Por ríos, desiertos, selvas, nieve, ciudades, aire, túneles. En avioncito, caballo, buseta, ómnibus, auto, camión. Por lagos, puentes, delta. En tranvías, monopatín, camionetas, subterráneos, triciclo, motoneta, trasbordador, trolebús, bañadera, premetro.
A pie.
"¿Y por qué mis mejillas no habrían de estar hundidas y mi mirada cansada? (...) Mi rostro es el rostro de quien ha hecho un largo viaje, está curtido por el calor y el frío al deambular por los campos en busca del viento."
Respuesta de Gilgamesh a Siduri, la hacedora de vino.
Nikobe. Bogota, 1985.
Café de por medio y lluvia (en Paisajes contra la muerte).
Perderé por un tiempo el ritmo de tu altura y tu sonrisa, el contorno de tus manos sobre las mías, acaso tu frente contra mi cadera...
La distancia tiene pulso de corazón
Volveremos a vernos cuando el verano regrese, y no sé para entonces cuánto nos habremos ausentado, pero acompañados por rumbosos ríos, y en nosotros nuevos y extraños pájaros, hablaremos como si el viejo Darwin y el Barón von Humboldt se hubieran encontrado un día a conversar, cafe de por medio y lluvia.
(y asi fue)
El poeta también pudo ser delegado gremial
La prueba puede encontrarse en http://www.etun.org/
Y también escribe sobre la mercantilización del conocimiento
http://firgoa.usc.es/ drupal/node/30917 Y también está en el Proyecto Fray Mocho www.teatrofraymocho.com.ar
Sobre flores respetables.
En un pequeño bar portuario de cantautores, en la ciudad de Puerto Madryn, escuché una noche de poetas y guitarras una afirmación que me dejó pensando: “las únicas flores respetables nacen en el desierto”. Era una sentencia grave, pero autorizada porque emergía de entre las piedras y los arenales de la patagonia.
En el momento no comprendí por qué esa afirmación me sonaba injusta por incompleta: las flores que nacen en los muros son igualmente respetables.
Tiempo después, mientras observaba las gruesas orugas humanas que cruzaban las montañas de Kosovo y los puentes fulminados de la bella Belgrado, descubrí el porqué de mi disconformidad en aquel remoto puerto patagónico: mientras en este mundo se mantenga inalterable el valor que se le asigna a la opresión y a la explotación de unos seres humanos por otros, no habrá flores más respetables que otras. Porque todas nacen entre piedras y arenales, aún las que tienen la particularidad de nacer en los mejores jardines de las mejores casas burguesas.
Es más, posiblemente estas sean las flores mas amargas de la tierra, dignas del mejor de los respetos, porque la belleza nada tiene que ver con el capitalismo, esencialmente espantoso. Pocas imágenes tan tristes como una hermosa pintura colgada en la pared de la mansión de un opresor.
La flor en el muro, la flor en el desierto, único contexto de las flores, belleza que destaca por su contexto. Si algún día lográramos que el ser humano se nutra de un contexto sin barbarie, la belleza lo será todo y tal vez logremos comprender la dimensión y densidad de la Estética.
Entonces, sólo entonces, podríamos aspirar a ser esencialmente estéticos.
Este cuerpo que hoy despedimos es el cuerpo de mi hermana. No es una estatua de cera. No es un tótem. No es una imagen de madera.
Es el cuerpo de Violeta Britos.
El cuerpo que se movía como un sauce acariciado por el viento, que ella cuidó como lo que era: una joya única e irrepetible. Pero que además cultivó y transformó en una pluma que giraba con el viento.
¿Y entonces, cómo no desear verlo moverse nuevamente? ¿Y cómo no desear verla elástica y entramada en el aire nuevamente?.
Pero su cuerpo ya no podía contener sus emociones y ella entonces las repartió entre nosotros y nos dejó su cuerpo para que lo cuidemos hasta el último minuto, porque ella ya no pudo cuidarlo.
Nosotros hoy estamos cuidando el cuerpo de Violeta Britos y lo estamos también despidiendo, porque no lo veremos más. A su cuerpo, que era puro movimiento enalteciendo al ser humano cuando danzaba.
Por eso estamos tristes y acongojados.
Pero ella no sólo era cuerpo en movimiento. Era también el éxtasis de la emoción y la fuerza geológica del deseo.
Y esa emoción sí quedó, sí está, si nos acompaña y nos ayuda a vivir.
Pero ella es viento ahora
es sueños
médanos trasladándose en el horizonte
sauces emergiendo de la tierra
y savia de pehuenes milenarios
allí está,
y sin embargo el brillo de sus ojos no estará
y dan ganas de gritar
hasta romper los tímpanos de Dios
¿Hay algo mas para decir?
Si, hay más,
porque puedo hablar eternidades de las azucenas violetas
que florecieron esta primavera frente a casa
y de las violetas que se plantaron en mi corazón
el día en que nació
para regalarse a mí y estar desde ahora y siempre
en cada aniversario de mis propios días
Sí, hay más,
porque puedo hablar eternidades de las hojas en donde ella refleja ya la luz
cada mañana
y de las arenas que ya empuja en su pasar sobre las anchas playas
y del paisaje que nos pintó en la mirada a cada uno
y sin embargo el brillo de sus ojos no estará
y necesito gritar hasta romper los tímpanos de Dios
¿Y queda algo más para decir?
Sí, hay más,
porque ella se regó en todos nosotros como si fuéramos sembrados de amapolas
se llovió en cada uno para hacernos crecer ríos de miel
se acurrucó en el afecto de cada nosotros
para estarse allí
dueña de todos y propiedad de nadie
y sin embargo el brillo de sus ojos no estará
y necesito gritar hasta romper los tímpanos de dios
para decirle que no está con él
está en nosotros
en cada uno
No con vos
Dios, y no te enojes
Ella está aquí
en el rincón que cada uno de nosotros
decidió ofrecerle
y en el espacio que ella misma nos tomó
y agradecidos
Dios,
que te quede claro,
y en serio no te enojes,
aunque te hubiera gustado tenerla con vos en no se dónde,
ella no se fue a ningún lugar al que nosotros no logremos llegar
ella está aquí
y es nosotros
en la tierra que nos parió
desde ahora y para siempre
Violeta BRITOS
Bailarina, coreógrafa, pedagoga, escultora, artista plástica, docente, filósofa. Nació el 4 de marzo de 1958. Falleció el 4 de octubre de 2010.
Inició su formación como bailarina a los tres años y nunca la abandonó. Discípula de María Fux y docente en su estudio durante diez años hasta que, ya con sus alas fuertes, inició su propio camino. Desde "Danza Abierta 1981" en Buenos Aires, hasta la inauguración de su "Laboratorio de Arte" en Neuquén en 2009, llevó adelante más de un centenar de coreografías y talleres sin contar sus encuentros de formación (prefería no hablar de "dar clases"). En algún momento se asombró de México DF, de Leizpig en Alemania y de Tel Aviv, en Israel. Y cambiando asombro por asombro, allí se asombraron de la patagónica visitante. Pero además sus actividades con personas con capacidades disminuidas y socialmente excluidos le otogaban la savia de la solidaridad social a sus elaboraciones estéticas.
Leí esta Oración Pagana en la despedida del 5 de Octubre de 2010, Cementerio Central de Neuquén, en un hermoso y tristísimo mediodía de la primavera austral.
Las preguntas de ese hombre se repiten al infinito
como su rostro en los espejos.
Ese hombre dialoga con cada uno de ellos,
como si no fueran un reflejo de sí mismo,
y piensa de una manera diferente a cada uno
y dibuja en el aire movimientos que los espejos no reflejan.
Ese hombre no sabe qué otros nombres dibujaron en sus ojos,
ni cuántos de sus estremecimientos son indicios de caricias
muy anteriores a la primera luz,
ni qué parte de sus lágrimas han sido ya lloradas.
Y sin embargo hay algo en su forma de percibir el aire
de beberse el azul,
de inhalar imágenes que emergen de las yemas de sus dedos
de elevarse sin esfuerzo sobre las alcantarillas,
de acariciar memorias
que le hacen uno de esos rostros mas familiar que otros
uno de esos espejos mas propios que otros
uno de esos gestos impensados
mas amables y cercanos a todos los demás
y al suyo propio.
El podría estar despertando de un extraño sueño
sin estar seguro de querer hacerlo:
poblándose de voces que alguna vez creyó escuchar,
tal vez emergiéndose de savias y mieles,
embebiéndose de vides y brevas de antiguas higueras,
enraizándose en los surcos donde los zarcillos se entrelazan como amantes.
El podría estar recordando que alguien lo acarició amándolo en un vientre sin paz.
Y en todo este tiempo de mirar horizontes
sin qué,
sin por qué
ni razón aparente
no hubo color posible que le permitiera pintar
aquello que detrás de sus ojos
lo está llamando,
lo tiene en llamas.
No sé si Juan Pablo sobrevivió a María del Carmen Gualdero.
No lo sabemos.
Según leí en una tarde infernal, Mary podría ser la mujer embarazada que se arrodilló, al costado del camino (tan enamorada y sin duda triste, mas nunca derrumbada) cerca del pueblo de Cañuelas en la Provincia de Buenos Aires, para recibir un tiro de gracia en su cabeza luego de haber sido brutalmente torturada. Poco después su vientre estalló en la pira donde los verdugos quemaron su cadáver junto a otros asi amontonados y su cuerpo expulsó ya muerto a quien se hubiera llamado Juan Pablo (como deseaba su compañero Ernesto, asesinado en la tortura en diciembre de 1975).
Ella me había avisado que tenía anunciado el parto para el 24 de Junio de 1976.
Pero Juan Pablo también puede ser un hombre joven, al que alguien entregó como quien vende el cachorro de un animal silvestre después de matar a su madre, y que hoy tiene todos los instrumentos para ser feliz sin poseer ninguno: no sabe cuál de los espejos que mira es él mismo.
Pero es peor.
Porque una mujer, que dice ser su madre y a la que nada le queda de noble, apeló a la ignorancia y al poder para enchalecar los colores que a él le brotan como si en las yemas tuviera pinceles.
Vana ilusión.
Mientras tanto, a lo largo de miles de años, la civilización sólo existe porque el deseo de belleza ha sido más potente que todas las muecas, aún las que se parecen a la risa.
Si el vientre de Maria del Carmen Gualdero no fue el que habitaste antes de la primera luz, deberías saberlo: al menos uno de esos espejos dejaría de preguntarte cuál de todos ellos en realidad eres.
Plaza Huincul. Neuquén. Patagonia Argentina. 09/04/1954
Parados: Chofer "cata" Guzmán, Antonio Pérez Tersol, Carlota Liacho, Roberto Britos, Nilda Eyras, Helka Ziperovich, Estela Obarrio, Chantal Thomé de Charé, Mauricio Faberman. Abajo: Roberto Espina, Néstor Raimondi, Carlos "Chilo" Pugliese, Oscar Ferrigno, Irene Schetter, Alberto Panelo.
Esperando el momento de comenzar a nacer estuvieron en mí durante más de cincuenta años. Sus recuerdos estuvieron latiendo en mi memoria, donde se habían ido acomodando con los años, suavemente, sin estridencias. Y fui entrelazando con ellos los míos propios, recorriendo sin darme cuenta los mismos caminos que ellos, imaginando previamente en los mapas de ruta cada uno de esos lugares para verificar más tarde su existencia.
Así crucé el puente de madera del Río Villegas en enero de 1971, camino a El Bolsón, y desde la caja de un camión tuve la percepción de que en mi memoria ya estaba contenido ese paisaje que ellos habían alterado con su sola presencia diecisiete años atrás, cuando el "cata" Guzmán había ido acomodando su colectivo a las subidas en escalera del Cañadón de La Mosca.
Desde entonces fui contemplando, poco a poco, kilómetro a kilómetro, año a año, los mismos paisajes que el elenco del Teatro Escuela Fray Mocho desanduvo durante los 14.000 Km de su Gira Nacional de De Estudio y Divulgación Teatral en 1954, (disconformes igual, recorrieron otros 60.000 km más a lo largo de los años siguientes).
Vengo de recorrer y estoy recorriendo una vez más esas memorias, la mía y la de ellos, las nuestras, para enhebrar con sus hilos un nuevo poema, el poema sobre una gesta que fue un sueño concretado. Un coro, una sinfonía, una gran ópera moderna y americana. Ya lo veremos.
La Pasión de Fray Mocho.
Lluvia de miel sobre panes de campo en las cocinas populares de los pequeños pueblos. La cola de un cometa elevándose desde la tierra hacia el celeste. Y en el cometa un elenco. Y en él una fábrica de sueños que emergía armando constelaciones para atentas miradas abiertas a miles de estrellas en la noche, pero nunca sobre la tierra, junto a los paredones de los grandes almacenes ferroviarios.
Canciones como fuentes de aguas coloridas entre los árboles de un bosque de cristales y lanzas de sal. Fuentes de piedra en el mar. Olas de arena y sobre ellas espumas de semillas, y en playas de mármoles blancos sus rompientes dejaban sogas de palabras trenzadas. Baúles con herramientas para labrar el alma y tientos de cuero para amarrar las memorias de la tierra.
Ese cometa pasó dejando en su andar una estela sobre los caminos y los clubes sencillos y los teatros humildes. Pasó dejando clavados en las puertas de las casas sus tañidos de campana y untado en las locomotoras el sudor de sus esforzadas frentes. Pasó y en las memorias fue dejando una incisión, una señal indolora y luminosa, una esquirla buena de su paso.
Y en la palma de cada mano un deseo, unas ganas secretas e imborrables de encontrar un camino para comenzar a dejar en él una señal, un rastro, lluvias de miel sobre panes de campo en las cocinas populares de los pequeños pueblos.
José Britos llegó a Buenos Aires el 24 de noviembre de 1882 procedente de Gibraltar.
José Britos llegó a Buenos Aires el 24 de noviembre de 1882 procedente de Gibraltar.
El 2 de diciembre de 1908 llegó Abel Britros, desde Marsella.
El 16 de Julio de 1910 llegó Ana Britos desde Las Palmas.
Entre 1882 y 1928, los Britos que descendieron de algún barco en el puerto de Buenos Aires venían también desde Cadiz, Hamburg, Río de Janeiro, Vigo, Nueva York, Southampton, Santos y Londres. Pero también de Puerto Deseado, Comodoro Rivadavia y Punta Arenas para dejar constancia del acervo patagónico del apellido.
Los buques se llamaban Cavoie, Conde Wilfredo, Vandyck, Darmstadt, Highland Piper, Pedro Iº, Andes o Asturias. Y los Britos eran jornaleros, zapateros, labradores, tripulantes o niñeras. Y hasta un jóven escribano de 35 años, nacionalidad Argentina y procedencia y religión desconocida, que cruzó la planchada el 27 de febrero de 1928 dejando atrás el vapor Cap. Norte, acaso acompañado por su aún mas joven esposa orgullosa y enamorada de su marido.
Y también llegó, a los cuatro años, Roberto Britos procedente de Gibraltar, de nacionalidad portuguesa y en el vapor Orlenais el 13 de Noviembre de 1907. Junto a él venía su hermanita Clarisa de apenas un año, pero no su padre que acaso estaba esperando en el puerto escudriñando el mar dulce desde tanto antes para ver aparecer el mástil y la estela de humo que indicaba que ya estaba por terminar tanta espera, tanta angustia, tanta desazón.
Es difícil saber si estos Britos tenían alguna relación con don Eulogio, mi abuelo,que a los 13 años se sumo a la banda de música de un regimiento que iba hacia el lejano Chaco y desde entonces no dejó de andar de paisaje en paisaje equilibrando la vida entre sus errores y sus bellezas.
Pero hay un hilo que sigue enhebrando a estos Britos con el bis maestro y bis abuelo Roberto (no el venido sino el nacido en Buenos Aires), el abuelo Marcos que escribe esta cuasi carta, y el Nuevo Papá Nicolás: las rutas y las distancias han tenido siempre la fascinación de una planchada, un vapor y un puerto. Y una mujer, serena y alerta, acompañando como loba temeraria.
Matilda Britos Hayne, para seguir este devenir, llegó a Leipzig en lo primeros días este mes de Noviembre del año 2007, donde el Hermano Lobo tiene su monumento en medio del bosque.
Concebida en las tierras ancestrales de mi bisabuela Lágrima de Luna Domínguez, llegó Matilda, ya trashumante, ya transoceánica, ya esperando su próximo viaje.
En este mundo de actos porque sí, de palabras sin razón lanzadas al viento porque sí, de gestos decididos porque sí, sus pequeñas manos de aprender alborotando el aire me enseñan, que aún son densas las razones, los motivos que a uno lo inducen al amor.